sábado, junio 27

Glifos y petroglifos

 Hace casi veinte años pasé por el frente de la piedra del indio en Lobatera, hubo una especie de atracción mágica que me hizo comenzar a especular y estudiar los glifos en ella inscritos.

Poco tiempo después hubo una serie de eventos que me llevaron a escribir una serie de historias de vida, entre las cuales no podía faltar mi encuentro con el petroglifo. Esto sirvió para que años más tarde me invitasen a participar en un diplomado o sobre arte rupestre y arqueología.

Muchas han sido las experiencias a partir de allí, conocer personas apasionadas por las manifestaciones rupestres, saber que hubo pueblos y personas que transitaron por caminos sobre los cuales se construyeron los nuestros, conocer culturas cercanas en distancia física, pero lejanas en concepciones culturales, saber que los tejidos son mágicos para otros pueblos y por ello las arañas son sagradas, o que hay un camino a las estrellas pasando por Jepira, una playa en la Guajira donde los espíritus de los hombres descansan antes de tomar el rumbo hacia el infinito.

Las tierras que habitamos lo fueron antes por waraos, caribes y chibchas, los vestigios arqueológicos nos enseñan que aunque vivían en la Edad de Piedra dominaban la astronomía, la matemática, la medicina y que espiritualmente habían avanzado hasta puntos todavía desconocidos por nosotros, la compenetración con los espíritus de la naturaleza, los caminos del cosmos y la búsqueda interior quedaron plasmados en las rocas.

La experiencia vivida durante el tiempo que he venido explorando este fascinante mundo de los mensajes en las piedras ha sido sin duda una fórmula para abrir puertas hacia lugares escondidos en lo más profundo de mi mente y me ha llevado a comprender la magnitud de los hechos de una historia desconocida hasta ahora, fascinante y misteriosa, llena de mitos, de signos y de símbolos a través de los cuales se puede comprender que somos mucho más que los mansos habitantes de una tierra indómita.


@JoseLRestrepo

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