jueves, julio 2

El arqueomitólogo sétimo de la Universidad de Padua

Al personaje de quien voy a hacer referencia no lo conocí personalmente, pero estaba escrito en alguno de los libros del destino que su nombre habría de cruzarse en mi camino no una, sino varias veces. La primera referencia de Roberto Lovato la tuve cuando estudiaba bachillerato, un sobrino suyo quien era mi compañero de estudios por esos días, su tío era una especie de ídolo de la,adolescencia para mi compañero, era un aventurero, casanova, cineasta y arqueólogo. De las historias que contaba mi compañero tengo la borrosa imagen de una historia sobre una bella actriz totalmente desnuda rodando una escena en los Llanos de Barinas y que era parte de un film producido y dirigido por el personaje en cuestión.

El nombre de Roberto Lovato estaba guardado en lo más profundo de mis recuerdos cuando un día en una expedición arqueológica un compañero del Diplomado que se lleva a cabo en el Estado Táchira sacó a relucir el nombre del personaje, contaba mi amigo que Lovato llegó a Colón buscando un petroglifo conocido como la piedra de la constelación del caimán que seria la entrada a un mundo perdido de gigantes de espesas barbas.  No se si esa constelación es la misma a la que hacen referencia los mitos del pueblo píapoco del Orinoco, pero es posible pues según el mito la constelación marca el lugar donde se unen el cielo y la tierra.

Lo cierto es que en un petroglifo ubicado en el Barrio 19 de abril de Colón Lovato dijo haber identificado las estrellas que conforman la famosa  constelación, la misma que había buscado en sitios tan remotos como el África. El compañero que le.conoció cuenta que llegó a la población Tachirense en una camioneta identificada con el logo del Congreso de la República con una inscripción que decía misión arqueológica, lo cual no fue obstáculo para que. Terminara vendiéndola a un vecino de esa ciudad, también cuenta que logró conformar un grupo de expedición con algunos pobladores de Colón, donde pudo identificar un buen número de petroglifos y una jugosa partida de la cámara municipal.

Lovato se identificaba como arqueomitólogo séptimo de la Universidad de Padua, con  cual quería decir que sólo siete personas habían conseguido ese título en dicha institución. En Venezuela fue reconocido y formó parte de grupos de estudio arqueológico en el país, entre los cuales se destaca el estudio de unas ruinas submarinas en aguas adyacentes a la costa central del país; fue entrevistado por las revistas Elite y Kabala de Caracas y se dice que hasta la revista Life le hizo un reportaje y se cuenta que tuvo un museo arqueológico en Vigirima, Se sabe que murió hace varios años, su obra no tuvo toda la difusión que merece, pues es posible que no se le haya tomado en serio porque en sus investigaciones se confundió la especulación con la ciencia.  

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