sábado, febrero 21

Del mito a la ciencia y de la ciencia a la Ley

La visión que los legos podemos tener de la arqueología y el arte rupestre pasa por el romanticismo de imaginar a nuestros antepasados dejando mensajes trascendentales para el futuro. Partimos del mito para adentrarnos en la ciencia, así vemos cómo José José Vicente Abreu veía en un petroglifo un libro abierto, quizá el prólogo de una gran obra cuyo único fin era volverse memoria de los tiempos que eran presente para su autor y que serían pasado para quienes tuvieran en el futuro el privilegio de entender el mensaje grabado en la dura roca.   

Los mitos y las leyendas de la creación fueron recogidos por los conquistadores de estas tierras, en ellos los pueblos originarios cuentan de un creador común, pero con distintos nombres en las diversas culturas: Amalvaca, Bochica y Manco Cápac aparecen en nuestros orígenes, en los de los Muiscas y en el de los Incas, su obra va más allá de la creación, se enraíza también en la genesis  de sus culturas y en el desarrollo las artes y  es allí donde encontramos los testimonios impresos en el  rocas, las huellas de los pueblos ancestrales que quedaron para la posteridad. 

Surgen mil preguntas, encontrar las respuestas es una misión trascendental, el estudio de los cientos de yacimientos que han sido hallados en nuestro país y los miles o millones que se han encontrado en el mundo servirán de guía a la  dificil tarea. Desde el razonamiento del padre Juan Rivero al descubrir las figuras en los llanos del Casanare que no podían haberse formado "sino por arte del demonio..."  hasta los estudios hechos en el siglo pasado para determinar la datación absoluta de los petroglifos de Chipiare en el estado Falcón, vemos como se va desarrollando una verdadera ciencia, un estudio sistemático de las huellas dejadas en las rocas por nuestros ancestros.

La labor  de "escribir en la piedra" como técnica usada por los pueblos  no es ajena al estudio realizado por la ciencia que nos ocupa, vemos como se nos habla de la utilización del cuarzo, de  los vestigios de conchas marinas encontrados en los surcos de las piedras que nos dan idea de la forma de esculpir las rocas, de la utilización de hisopos  y percutores y del uso de la sabia silicolitica de algunas plantas para servir de catalizador de la superficie que se había de grabar. En este sentido se han analizado también las formas de coloración de los grabados en roca y otra serie de factores que llevan a que podamos afirmar que en las obras hay también un cierto componente estético que lleva a que se pueda afirmar que estamos en presencia de una manifestación cultural que podemos equiparar a una verdadera forma de arte.

Por otra parte, al ubicarnos frente al estudio del arte rupestre y  particularmente al realizado  nuestro país vamos a encontrarnos con que esta disciplina  tiende a quedarse en las academias y a limitarse  a las esferas institucionales y gubernamentales, aunque existe además la importante  tendencia  de considerar que deben ser las comunidades las que se interesen en en este tipo de arte ancestral, ya que en el se pueden encontrar fundamentos de identidad cultural de gran importancia para los pueblos, de allí que lo ideal es que  junto a las comunidades estén  los científicos, los  artistas, los artesanos, los promotores culturales, los empresarios y 
los educadores  

Este último aspecto es regulado en Venezuela por la  Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural que  establece una obligación compartida entre el Estado y las comunidades que comprende la defensa y protección del patrimonio cultural que incluye  al patrimonio arqueológico y al efecto establece sanciones de diversas especies a quienes atenten contra este o violen las disposiciones contenidas en su texto; creemos sin embargo que seria aconsejable promulgar una ley especial para el patrimonio arqueológico regule específicamente las actividades protección, conservación y difusión de este patrimonio que pertenece a la humanidad entera, ya que  permite hacer una conexión directa con sus  orígenes. 

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