domingo, febrero 24

Montaña adentro.

mHe vivida por mas de treinta años en los andes venezolanos, buena parte de ese tiempo lo pase en áreas rurales como Mesa de Aura y Las Mesas de Seboruco, el padre de mi esposa era de un sitio cercano a La Grita llamado Venegara, aun algunos de sus parientes viven allí.

En general puedo decir que los andinos son gente buena, educada, religiosa y formal. Me tocó conocer, sin embargo en los años detenta la zona de Mesa de Aura cuando era una aldea seprimida económicamente, en la que al decir de Temistócles Salazar, quien era mi profesod de geografía económica para ese entonces, era una zona que vivía en una economía de subsistencia, en la cual a duras penas se producía lo necesario para no morirse de hambre.

Un estudio económico en esos días reveló que para los pobladores de la zona era preferible engordar cerdos y gallinas con lo que les producía la tierra que vender la cosecha en el mercado. Los andinos o gochos, como despectivamente les llamaban, tenían como costumbre producir su propio aguardiente con panela de caña o papelón en alambiques de cobre. Uno de los ingredientes que usaban en la destilación del aguardiente, al que también llaman miche o cachicamo era el ácido de batería, el cual decían que era muy bueno para “enjertarlo.”

El tipo de los habitantes de las faldas del páramo del zumbador era netamente europeo, sin trazas indígenas ni africanas, no es raro aun conseguir personas rubias, de ojos claros, generalmente altos y las mujeres son generalmente muy bellas. El siglo pasado, cuando llegamos a la zona, había un alto índice de analfabetismo y en algunas familias pensaban que no era cosa de hombres ir a la escuela después de cierta edad. Las mujeres eran las jefes de familia y no era raro que le pegasen a sus maridos cuando abusaban del alcohol.

Las familias eran muy numerosas y los servicios públicos eran escasos, solo quienes Vivian a orillas de la carretera tenían luz eléctrica, obviamente no tenían televisión o nevera, los baños eran escasos y pocos se habían montado en un carro. La mula y el caballo se usaban como medio de transporte de personas y de carga.

Las arepas en se hacen de trigo, igual que en Mérida, pero son dulces, con la leche se hacen todavía unas rica cuajadas que envuelven en hojas de plátano y se consumen rápidamente- Ña carne la secaban al sol salándola para conservarla, aunque no era el fuerte de la dieta. Cuando alguien muere acostumbran matar un toro para ofrecer la carne a quienes vayan al velorio y a los rezos del novenario. Las tripas y la panza del toro la guardan para el noveno día hacer un mute o mondongo para quienes vayan al ultimo rezo.

El aguardiente aliñado y caliente al que llaman “calentao” no falta en el velorio y en los rezos, Ver al muerto es obligatorio. En las bodas el meche se sirve en forma de un ponche elaborado con huevos y leche al cual llaman “leche’burra”. Cuando nace un niño se beven los “miaos”, esto es un preparado de miche aliñado que manda a hacer el padre antes de nacer el niño en cantidad suficiente para ofrecer a todo quien vaya a conocer el niño.

Hoy en día las cosas han cambiado, las nuevas generaciones prefieren vivir cerca de las carreteras, tienen electricidad, televisión por satélite, comparten el cultivo de flores y hortalizas con un pujante negocio de transporte en camiones ultimo modelo. Viajan con frecuencia y poco a poco han ido cambiando el miche por ron, cerveza, whisky, brandy y otros licores debidamente permisados.

El mestizaje se ha iniciado, caraqueños, llaneros y orientales se van mezclando poco a poco con las lindas muchachas de los andes. Los varones por su parte se han casado con muchachas de las ciudades que visitan. El analfabetismo ha quedado en el pasado, el auge de la floricultura ha traído bienestar económico y personas de otras regiones. El siglo XXI llegó súbitamente, casi dando un salto desde el siglo XIX
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