El invento de la electricidad definitivamente marcó a la humanidad, el desarrollo tecnológico se aceleró violentamente y en menos un siglo nuestra especie ha sido testigo de grandes avances, pero también de la destrucción del medio ambiente que amenaza con la hacer del planeta un sito en el cual la vida humana sería imposible.
Se trata de la según los entendidos de la sexta extinción masiva que sufriría nuestro planeta. Nuestra especie sería una de las que desaparecería de la faz de la tierra, aunque el planeta en si permanecería en su orbita regenerándose y desarrollando posiblemente nuevas formas de vida.
La gran pregunta es: ¿Se puede evitar el colapso? La respuesta obviamente debe ser afirmativa, lo cual no implica que el colapso necesariamente se evitará. Dependerá de un cambio de conciencia en la humanidad, de la implementación de una serie de medidas que impidan que se siga avanzando en la destrucción del habitar natural de los seres humanos.
Parece imposible a estas alturas ese cambio de conciencia, hay quienes hablan de una alianza científico-religiosa, mientras otros hacen esfuerzos creando organizaciones no gubernamentales y movimientos políticos que toman las banderas de la ecología para implementar nuevas legislaciones que regulen el desarrollo en aras de evitar la destrucción de nuestro medio ambiente.
Aunque pensamos que los esfuerzos de los esfuerzos para frenar la debacle son loables tenemos la firme sospecha de que antes de que se pueda hacer algo la humanidad deberá verse envuelta en situaciones críticas y dolorosas tales como desastres naturales devastadores o enfrentamientos bélicos y explosiones sociales que lleven a nuestra especie a hacerse conciente efectivamente de lo que estás ocurriendo.
Mientras valores fundamentales como la paz, la fraternidad, la justicia social, la solidaridad y el amor no sean el eje fundamental de la organización social será muy difícil conseguir el objetivo de preservar a nuestro planeta.
Se trata de la según los entendidos de la sexta extinción masiva que sufriría nuestro planeta. Nuestra especie sería una de las que desaparecería de la faz de la tierra, aunque el planeta en si permanecería en su orbita regenerándose y desarrollando posiblemente nuevas formas de vida.
La gran pregunta es: ¿Se puede evitar el colapso? La respuesta obviamente debe ser afirmativa, lo cual no implica que el colapso necesariamente se evitará. Dependerá de un cambio de conciencia en la humanidad, de la implementación de una serie de medidas que impidan que se siga avanzando en la destrucción del habitar natural de los seres humanos.
Parece imposible a estas alturas ese cambio de conciencia, hay quienes hablan de una alianza científico-religiosa, mientras otros hacen esfuerzos creando organizaciones no gubernamentales y movimientos políticos que toman las banderas de la ecología para implementar nuevas legislaciones que regulen el desarrollo en aras de evitar la destrucción de nuestro medio ambiente.
Aunque pensamos que los esfuerzos de los esfuerzos para frenar la debacle son loables tenemos la firme sospecha de que antes de que se pueda hacer algo la humanidad deberá verse envuelta en situaciones críticas y dolorosas tales como desastres naturales devastadores o enfrentamientos bélicos y explosiones sociales que lleven a nuestra especie a hacerse conciente efectivamente de lo que estás ocurriendo.
Mientras valores fundamentales como la paz, la fraternidad, la justicia social, la solidaridad y el amor no sean el eje fundamental de la organización social será muy difícil conseguir el objetivo de preservar a nuestro planeta.
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