viernes, abril 25

Aborto, clonación, suicidio, moral, religión...

El aborto ha sido siempre un tema polémico, hay quienes lo defienden y hay quienes lo atacan ferozmente. La vida de un hijo es indudablemente extensión de la propia vida de quien lo engendra y de quien lo concibe, son dos en la misma carne.

El aborto es entonces la interrupción de la propia vida y de la vida del otro padre que interviene en su formación, al decir del padre Pío de Pietrelcina, hoy santo de la iglesia católica, el aborto es a la vez suicidio y homicidio, esta posición aparentemente simple es realmente una posición de una gran profundidad, pues habla de la perpetuación de la vida humana en la vida de nuestros hijos, es la labor creadora de vida del ser humano, labor que viene dada por el mismísimo Dios como creador nuestro.


He tenido la oportunidad de trabajar en la clonación de especies vegetales, a través de ello se ve claramente como una planta prolonga su vida y la multiplica a través de la creación de nuevos individuos que son exactamente iguales a las plantas madres de las cuales son extraídos los clones, en realidad esos nuevos individuos tienen una misma carga genética, razón por ella cual el mas joven es la prolongación de la vida que le dio origen.


En los individuos producidos por reproducción sexual, a diferencia de los clones, se combinan las cargas genéticas de padres y madres, es decir no es solo la prolongación de una vida, sino de dos vidas y además de ello es el origen de una tercera vida con las características de las dos primeras, características que genéticamente permanecen en forma dominante o recesiva,


Así pues la posición asumida por el padre Pió es una gran verdad, el aborto es un doble crimen, es la interrupción de la vida creada por si y a la vez es la interrupción de la vida creada por otro. Esta posición nos pone además a pensar en las implicaciones morales del uso de anticonceptivos frente a los conceptos de control de la natalidad, superpoblación del planeta y otros de los que no tenemos noticia que el santo de Pietrelcina haya fijado posición.

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