En los pueblos del interior del país se celebra la misa con una procesión en la que alguno de los fieles hace el papel de Jesús a lomo de asno y los demás fieles levantan las palmas al llegar este a la iglesia. La quema de morteros y los cantos religiosos ensalzan la celebración que culmina con la bendición de los ramos, que son conservados por los fieles para ser utilizados para quemar cuando se produzcan tempestades y otros desastres naturales o cuando alguna tribulación afecta a la familia.
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