jueves, enero 25

Gente de estas tierras.

En 1975 mi padre, después de una serie de temblores sucesivos en Portuguesa y posiblemente después de unos años difíciles en su negocio de cultivo de granos y cereales en la zona de Papelón, decidió empacar sus maletas y venirse al Táchira a sembrar flores. El vio ese cambio como una especie de retiro dorado a sus sesenta y un años, pero no sabia todo lo que trabajaría el resto de sus días. El hecho que nos ocupa es que compró una tierra en las faldas del páramo el Zumbador a 1.800 metros sobre el nivel del mar en la aldea el Sinaral, entonces en los límites de los municipios Cárdenas y Jáuregui, hoy en los de Andrés Bello(Cordero) y José Maria Vargas (El Cobre). En esa zona encontramos un grupo humano con unas características muy especiales y sobre eso escribiré hoy.

Para aquel entontes, año 1975, la zona de el Sinaral, la Auyamala, Salomón y la vecina Mesa de Aura era una zona económicamente deprimida, pero con un gran potencial. El grado de instrucción era mínimo, había mucho analfabetismo, alcoholismo y existían familias que vivían prácticamente aisladas de los centros poblados, sin luz eléctrica y obviamente sin teléfono, televisión u otros medios que les pusieran en contacto con el mundo. Solo la radio, en aquella época se sintonizaban unas cinco o seis frecuencias en AM y unas tantas más en onda corta. Los jefes de familia salían los días lunes al mercado de Táriba con sus hijos mayores a vender los escasos productos de su tierra, entre los que curiosamente se encontraba el alpiste, y a comprar los abarrotes básicos, esto es panela o papelón, sal, jabón, especias, arroz y harina. Buena parte de su alimentación la obtenían de la producción de sus tierras y consistía en maíz, fríjol, papa, cebolla, zanahoria, cerdos que alimentaban con las sobras de la casa, gallinas y algo de ganado vacuno. Algo que no podía faltar era un buen alambique donde producían el tradicional cachicamo, hecho a base de panela de caña.

Por supuesto que había algunas familias mas pudientes que tenían algunas comodidades, vivían por lo general a orillas de la carretera trasandina, muchas de las casas están aun pegadas a la carretera, como la casa de nuestra finca y la vieja casa donde tengo la fabrica de Conservas La Nona, en esas casas había luz eléctrica y en algunas televisión, pero solo se veía un canal, Venezolana de Televisión, y con una imagen muy deficiente. Años mas tarde, en los ochenta comenzaron a verse dos canales colombianos, hoy día proliferan las antenas parabólicas de Directv. Era común que a cada hijo se le dejara un pedazo de tierra para cultivar y así los fundos que fueron grandes en una época se fueron convirtiendo en pequeñas parcelas,

En la zona habían unos pocos vehículos a motor, Andrés Parra en el Fical tenia un camioncito destartalado, Antonio Zambrano en el Sinaral tenia un camión al que le ponía una cisterna para llevar agua a las antenas de Venezolana de Televisión en el Zumbador y a las de Venevisión en el Páramo de los Colorados. En Mesa de Aura Don Vicente Chacón tenia la lechera, una camionetita con la que recogía la leche para venderla en la pausterizadora. No había ningún servicio de transporte público que sirviera a la zona en forma exclusiva, sino que se dependía de los buses que iban a la Grita, Tovar, Queniquea y a San José de Bolivar.

Las personas de esa zona eran en aquella época de un trato muy respetuoso y había entre ellos verdaderos señores con porte de caballeros de siglos anteriores. Llama la atención el tipo europeo de las personas, muchos de ellos rubios, con ojos azules o verdes, algunos inclusive de pelo rojo la gran mayoría de tez blanca al extremo. El mestizaje era mínimo, no habían personas de raza negra ni indígena, tampoco trazos de que hubiesen existido asentamientos indígenas en esos lugares. Los apellidos mas comunes Zambrano, Chacón, Duque, Escalante, Pernía, Colmenares, todos de origen español.

No sabemos que extraña circunstancia alejó a los aborígenes de esas tierras, quizá fueron los huracanados vientos del páramo que no deja en tener pie construcciones livianas o el rugido de estos que podría asustarles.

Hoy día la zona es una pujante productora de rosas, crisantemos y otras especies menores, proliferan las motos, los camiones cava para transportar flores algunos vecinos son dueños las busetas de la Unión Cordero, también proliferan los celulares y la telefonía básica inalámbrica ha llegado a los mas apartados rincones e incluso en salomón hay un Cyber en el que además de conectarse a internet uno se puede tomar un "calentao", La televisión por satélite Y los reproductores de DVD suplen las necesidades de información y entretenimiento. Algunos jóvenes se han ido a vivir a Cordero y sus hijos estudian ya en las universidades de San Cristóbal. No faltan quienes se alistaron en la milicia, vieja tradición andina. En general son personas emprendedoras y de grandes méritos.

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