sábado, mayo 23

Monseñor Romero: pastor, mártir y profeta.

Hoy es un día para la historia de el mundo, de América Latina y de la Iglesia Católica; hoy el Vaticano asciende a los altares a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien fuera arzobispo de San Salvador al momento de su muerte víctima de un atentado que ocurrió en el preciso instante en el que durante la  eucaristía consagraba el vino. Un tiro en el pecho destrozó su corazón y su sangre  cayó en el vino para confundirse con el vino que acababa de convertir en sangre de Cristo.

Pero detrás de la anécdota hay un hombre que luchó contra el poder de la dictadura y en favor de la causa de los pobres, defensor de los derechos humanos, acusado de comunista, perseguido y ultimado por predicar el evangelio en un tiempo y un lugar donde no había cabida para el cuestionamiento de las estructuras dominantes. Pastor, mártir y profeta, dio sentido a la vida de  sus seguidores, entregó su vida y anunció tiempos nuevos; hoy sigue viviendo como símbolo de una lucha, que aunque no termina se ha convertido en esperanza.  

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