sábado, julio 26

Amar, alimentar el espíritu y trascender

Hay muchos estudios acerca del espíritu humano, personalmente he leído muchas de ellas y me he formado un concepto muy personal al respecto. Primero que nada debemos distinguir entre el alma y el espíritu, aunque ambas entidades tienden a confundirse, pues existe un vínculo muy cercano entre ambas. El espíritu en cierta forma nutre al alma, pero es además un factor esencial de la vida pues buena parte de la energía nos viene del espíritu.

Pero el espíritu como energía no se destruye, sino que permanece en el plano físico convertido. Por eso sentimos la presencia de nuestros seres queridos aún después de la muerte, pues su energía sigue presente y nuestras mentes son capaces de percibir su presencia. El amor es una de las fuentes más poderosas de la energía humana, por ello seguimos amando después de la partida de este plano a  quienes amamos en vida y el amor que ellos generaron hacia nosotros permanece intacto, es decir ellos también siguen amándonos, aunque no estén en teoría en el mismo plano de existencia.

El amor, es una de las energías más poderosas con las que contamos como seres humanos y es además una energía que se teje en una red infinita que es parte esencial de la vida en el planeta. En la medida que amamos somos amados, pues el verdadero amor es una relación de doble vía que en los circuitos universales termina por regresar a quien la genera, pero multiplicada a la enésima vez. Pero el amor supone desprendimiento total  no se ama para ser retribuido, aunque aveces exijamos retribución, eso pasa a ser un obstáculo para el flujo normal del amor.

Así que en buena medida el espíritu tiene su esencia en la energía del amor y esa es la razón por la cual cuando un ser querido muere  debemos asumir que sólo ha partido una parte de su ser, pues su energía permanece entre nosotros y se manifiesta en los recuerdos alegres de los momentos felices que compartimos con ellos, en las buenas enseñanzas que nos dejó, en las cosas que le hacían reír, en los valores que le acompañaron toda la vida, en sus obras entendidas como acciones, pero también como objetos materiales y también  en los pequeños detalles que quizá no llegamos a percibir de ella en vida.

Ahora, yendo al interior de cada uno de nosotros debemos mirar la experiencia de la muerte física  desde esa perspectiva y entender que nuestros cuerpos van perdiendo vitalidad, pero el espíritu sigue creciendo a medida que el tiempo transcurre. Ese es el secreto de la trascendencia de nuestros espíritus, así que si queremos vivir para siempre comencemos a amar sin condiciones  al prójimo, a la naturaleza  y  Dios, así nuestra energía comenzará a formar parte de la gran red del universo,
    

No hay comentarios.: