domingo, agosto 11

Una pequeña roca

Aveces ponerse una etiqueta es difícil, queremos ser seres universales, estar más allá del bien y del mal. Quizá no sea sino otra posición cómoda en la vida, no perteneciendo a ningún grupo podemos ver con ojos críticos desde afuera a los grupos que existen y que tiene en su filosofía la base para trabajar en pro de ciertos ideales. Dentro de esos  grupos a los que aveces sacamos el cuerpo están los grupos religiosos, contradictoriamente  nos ponemos la etiqueta de seres del siglo XXI y desechamos el pertenecer a la Iglesia por no llevar una etiqueta.

No se trata de ser fanáticos, ni de olvidarnos del resto del mundo o cuestionar el desarrollo tecnológico o las libertades conquistadas por la sociedad al margen o incluso en pugna con la iglesia, tampoco se trata de obviar los errores cometidos durante la historia por esa institución. Se trata de buscar una participación activa en la construcción de una mejor sociedad tomando conciencia del hecho de que que tenemos un credo que debemos conocer a profundidad y vivir de acuerdo a este. 

Es cierto que la Iglesia como institución necesita renovarse, ponerse a tono con la sociedad actual, romper los esquemas del pasado y adentrarse en el presente, pero también es cierto que ese cambio solo se puede hacer con el concurso de los miembros de la Iglesia y más importante aún  con la toma de conciencia de cada uno sobre la necesidad del cambio.

Siempre se dijo que todos somos la Iglesia, entonces ya sabemos por donde comenzar. Hay ciertos valores que debemos tomar del mensaje cristiano para iniciar el proceso de cambio en nosotros y en la iglesia, uno de esos valores es la humildad, a través de ella podemos hacer las cosas por convicción, no en busca de reconocimiento; obramos bien porque creemos que es lo correcto, no por que queremos ser reconocidos como buenos. 

La humildad también es reconocer que somos solo una parte de un todo, de algo mucho más grande, en este caso es la Iglesia; formamos parte de ella por eso queremos mejorarla, adaptarla a nuestro tiempo, luchar contra sus vicios y el principio es  hacerlo conscientes de que somos solo una pequeña parte de ella; allí la razón de que el cambio debe comenzar por cada uno de nosotros. El primer acto de humildad de cada uno es  reconocerse miembro de  sociedad y al hacerlo reconocer la  misión propia de cada uno en ella.

Hoy hay signos importantes de que un cambio en la,Iglesia se está gestando, el actual Papa ha dado el paso de mostrarse humilde desde las alturas del poder eclesiástico, no basta ahora con que le aplaudamos, como tampoco basta con conocer el mensaje de Jesús, ahora viene lo difícil, salir de la posición cómoda del aplauso a la humildad o del reconocimiento a la belleza del evangelio, está llegando la hora de vivir con humildad en consonancia con el mensaje de Jesús y continuar con la labor de Pedro, poniendo una pequeña roca sobre ese gran edificio que sólo podemos construir todos unidos.

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