domingo, mayo 4

Ritos y ornamentos.

Los sacramentos de los católicos no son espectáculos, pero aveces parece que el excesivo ritualismo de estos y la abundancia de ornamentos hacen de ellos simples espectáculos que compiten con su verdadero sentido.

La misa, por ejemplo, es la recreación de la última cena, no actuada, sino narrada por el sacerdote, quien además invoca a Cristo, quien se presenta en el pan, símbolo de su cuerpo y en el vino, símbolo de su sangre. Este acto está investido de un entorno ritual totalmente anacrónico, como anacrónicos son los ropajes de los oficiantes.

Que decir de las ceremonias papales, en las que el lujo deslumbra en los ropajes dorados, las mitras, los báculos, los anillos y otras joyas. Esto hace que la iglesia esté mas lejos del hombre y el mensaje de Cristo sea cada vez mas uncomprensible para quienes no cuentan con una buena base religiosa.

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