sábado, febrero 10

Niños en guerra a veinte kilometros de casa.


Muchas veces les he contado que vivo en San Cristóbal y que tengo un hijo de diez años y una niña de cinco, también tengo una sobrina de seis años. San Cristóbal queda a unos veinte kilómetros en línea recta de la frontera de Venezuela con Colombia según lo pude comprobar por Google Earth. Creo haber dicho en este blog también que vivo en una burbuja, y si no lo he dicho entérense de eso, la mayor parte de las gentes de esta ciudad, y me imagino que de casi todas las ciudades viven en sus propias burbujas, con esto quiero decir que nuestra sociedad se esta convirtiendo en un grupo de personas indolentes que no se preocupan de los problemas ajenos. Los ingresos familiares son utilizados para cubrir las cada vez mayores necesidades que nos ha ido creando la sociedad de consumo, normalmente la capacidad de ahorro es mínima y así cada vez nos vamos volviendo cada vez mas dependientes de los ingresos corrientes, lo que nos obliga a tomar una actitud de defender patrimonio propio por encima de cualquier necesidad.

Todo esto lo digo porque hoy escuché una noticia que me impresionó sobremanera, en Colombia hay hoy día catorce mil niños enrolados en las filas de los ejércitos irregulares, mas del cincuenta por ciento son de sexo femenino y el promedio de edad de los menores “alzados en armas” está poco mas de doce años, pero hay niños desde los siete años. Estas estadísticas solo incluyen a los menores de quince, pues de acuerdo a los convenios or los grupos guerrilleros y paramilitares a partir de los quince años se considera que las personas son aptas para la guerra.. El cincuenta y cinco por ciento de las niñas reconocen haber sido violadas por sus comandantes y el ochenta por ciento del total de menores dice haber ingresado voluntariamente a las filas de sus “ejércitos.

¿Qué hace que los niños sean utilizados en la guerra? Por una parte gozan de privilegios legales a la hora de ser juzgados, aunque por lo general nunca accederán a un juicio sino que seran ejecutaos con la pena de muerte por sus enemigos o por sus propios compañeros para evitar la fuga de información. Además de esto los niños infunden menos sospechas a la hora de atacar, los guerrilleros les llaman “abejitas” porque “pican” cuando menos se espera, es decir son utilizados para poner bombas, buscar información y hasta para actuar como sicarios. Los paramilitares les llaman “Campanitas”, pues les usan para que avisen cuando se acerca un contingente enemigo. Pero ellos, los niños, escogen el camino de la guerra por venganza en muchas oportunidades, pues sus padres han sido muertos por algún grupo contrario, por huir de los malos tratos y los abusos de sus padres cuando provienen de familias con problemas de este tipo, por el poder que les da poseer un arma y el veiente por ciento simplemente no escoge, son forzados a hacerlo por sus padres o por sus hermanos mayores o por otros familiares.

Todo esto ocurre en buena parte a veinte kilómetros de mi ciudad , en donde gracias a Dios vivimos en una relativa paz, los estadísticas suministradas son tomadas de estudios de UNICEF del año 2.005 y de Humas Right Watch de 1.995. El problema dirán ustedes es de el vecino y es cierto, pero pienso que es hora de quitarnos las gringolas y comenzar a preocuparnos por estas cosas. .




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