miércoles, abril 1

Tiempo de dar gracias.

Hay tiempos para soñar, tiempos para disfrutar, hay también momentos difíciles en la vida, pero hay momentos para dar gracias, para celebrar nuestra existencia, para agradecer por los seres queridos, a los amigos y a todos quienes de una u otra manera se han cruzado en nuestros caminos; pero sobretodo dar gracias a Dios por permitirnos vivir y compartir.

Este año no parecía ser fácil, pero me  ha traído grandes satisfacciones en lo personal y en la vida familiar. Ha sido un año para abrir nuevos caminos, viendo a los hijos crecer y convertirse en mejores personas, disfrutando de la vida familiar, asumiendo nuevos retos profesionales y académicos,  cultivando nuevas y viejas amistades, pero lo más importante buscando el crecimiento espiritual.

Hace años supe que las cosas materiales son pasajeras, incluso esa  sorprendente estructura biológica que es nuestro cuerpo poco a poco se deteriora e indefectiblemente llega la hora de despedirse de el, pero mientras eso ocurre vamos alimentando y haciendo crecer nuestros espíritus: ese es el verdadero sentido de la vida. El encuentro con Dios es el máximo logro que podemos alcanzar; pero no siempre es fácil, el paso por el mundo está lleno de difíciles pruebas, pero con El  por delante se amainan las dificultades.

Por eso hoy, Miércoles Santo, doy gracias a Dios y todos  quienes me han acompañado en este año y me han mostrado nuevos caminos y han hecho que la tarea de crecer espiritualmente sea más fácil y han contribuido para que el recorrido por los caminos que hoy transito sea más amable y  menos sinuoso. La puerta de la luz un día se abrirá, de eso estoy seguro, si puedo cruzar el umbral podré decir que hubo quienes me mostraron el camino y por eso doy gracias. Espero poder retribuir con obras tanta bondad de tantas personas y del Señor, quien  siempre ha estado allí, silencioso pero elocuente.  

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