domingo, marzo 15

¿Que hago yo entre dinosaurios?

Y entonces me pregunté ¿que hago entre dinosaurios? Allí estaban magnificente un tachiraraptor y una Laquintasaura. Nunca imaginé ser parte del paisaje de ese lugar, pero allí  estaba. Mi vida había sido un crisol de experiencias y aunque había soñado con viajar en el tiempo nunca pensé que me iba a remontar a 200 millones de años atrás,  tampoco pensé que la tierra que habito y sobre la cual hemos cumplido la triste labor de depredarla, hubiese sido tierra de estos esos magníficos  seres  que según los paleontólogos nunca  llegaron a coexistir con los humanos. 

No  hacia mucho tiempo había descubierto el Atlas del maestro Jorge Luis Borges y en las añejas páginas del libro que había sido ojeado y leído por los cientos de lectores que pasan por la biblioteca descubrí que mi vida, al igual que la de todos los mortales no es una experiencia, sino un crisol de ellas y con Borges descubrí que la existencia  no es un camino que se recorre sin compañía, sino que en la ruta siempre tenemos a alguien que nos ayuda a iluminar el sendero cuando está oscuro, de allí el sentido de la vida 

Años antes había viajado por los Andes y por los llanos buscando las claves de mi existencia, en esos días pensaba que las iba a encontrar escritas en las rocas labradas por nuestros ancestros, quise también recorrer el Qapaq Ñan, camino de los Incas para llegar a Machu Pichu  y   aunque nunca tuve la oportunidad  de vivir la experiencia del viaje en la realidad,  por los caminos de la mente pude hacerlo a través de la lectura de magníficos textos y de las experiencias vividas  junto a  mis guías espirituales cuando pude ser testigo de las vivencias  de seres muy cercanos que llegaron a través de los viajes hacia el interior de sus mentes y de sus espíritus a conseguirse con el mismísimo Dios. 

A estas alturas  creía tener armadas ya algunas piezas del rompecabezas de mi vida, era hombre de Fe a mis casi sesenta años de vida, pero me reclamaba no ser practicante de ninguna religión. Con horror había visto las imágenes de cristianos crucificados por el  Estado Islámico de Isis, pero para decir verdad no alcanzaba a entender la barbarie que se vivía en pleno Siglo XXI. Borges me enseñó que venimos al mundo a descubrirlo, quizá por eso me llamo Diogenes y tengo a mi lado a Angela,  que como Maria Kodoma, la mujer de Borges, más que mi mujer es mi ángel de la guarda. 

¿Cómo llegué a este sitio lleno de dinosaurios después de haber conocido los avances de la tecnología y haber visto al mundo en los vídeos y fotografias que envían los satélites y las estaciones  desde el espacio ? El destino, siempre jugó conmigo creo,  aunque pudiera ser que  fui  yo quien jugó con el destino ¿de qué nos sirve venir a este mundo si no podemos vivir a plenitud todo el manojo de opciones que que nos ofrece?  Las experiencias de vida son tan variadas y variables como un laberinto en el que el Minotauro aun  no ha muerto, pero tampoco ha sido encontrado. 

Mientras observaba los dos dinosaurios recordé el día en  la conversación que tuve con Ángela cuando le pregunté si estaba dispuesta a compartir sus días con los míos: 

He estado esperando este momento por mucho tiempo - respondió

Eso supongo que es un si.- le dije

Claro ¿piensas que podría ser de otra manera? - contestó

Eran días llenos de sueños, días de esperanza, teníamos el mundo por delante, no importaba si el día siguiente íbamos a tener dinero o si habíamos de esforzarnos por conseguir lo necesario para subsistir; total nos teníamos el uno al otro y era lo que importaba. Borges me había enseñado que éramos producto de un sueño de Dios y que mientras le dejáramos dormir en paz seguiríamos siendo parte de su sueño y nuestra vida seguiría sin problemas. 

Mientras miraba los dinosaurios recordé las historias que en mi adolescencia me contaba un compañero del bachillerato  sobre un tío suyo, no muy cuerdo según su visión aun infantil.  Roberto Lovato, si mal no recuerdo era el personaje de quien me hablaba mi amigo, el se  había dedicado a estudiar, la arqueología y la mitología de los pueblos originarios de Venezuela, además  sus  inquietudes llegaban hasta el arte cinematográfico, la literatura y el periodismo  que ejercía a través la crónica de sus aventuras en las revistas Estampas y Cábala. A los Lovato les había perdido la pista hacía casi cuarenta años, pero aun recordaba las historias de ese  tío genial que buscaba huesos de criaturas prehistóricas y los petroglifos y otros vestigios de culturas ancestrales dejados  por toda Venezuela y que hacia películas con bellas actrices  con quienes vivió aventuras casi que inconfesables.

Recordé también el encuentro que había tenido hacia pocos años con el Casique Juan Parra quien me había enseñado los secretos del tiempo en  San Vicente de Ferrer,  en donde decían había construido una nave espacial cuyo modelo se encontraba en una rústica pintura en un  museo arqueológico que había construido en un viejo rancho en el que compartía su su vida con loros, monos, gallinas y uno que otro cerdo que engordaba con las sobras de sus alimentos; el decía ser descendiente de los Aymas y de los Incas y contaba que su abuelo le contaba historias de sus antepasados que habían visto con sus propios ojos la cadena de buscar y aseguraba que  habían venido a pie desde el camino del Inca a las selvas del Amazonas y de allí a los llanos venezolanos donde finalmente se asentaron. 

Al mirar a las bestias prehistóricas que tenía frente a mi tuve súbitamente la imagen de lo que había aprendido durante mi vida sobre la historia del mundo y pensé que historia y prehistoria son dos conceptos que engloban uno solo; de repente se representó en mi mente la gran explosión y las semillas del mito de  los chibchas y vi como germinaban, primero en el fondo de un gigantesco océano de aguas todavía calientes por el efecto de la explosión y comencé a ver los primeros organismos unicelulares convertirse luego en algas y después en peces prehistóricos para  llegar,salir a la tierra y convertirse en los saurios que tenía al frente de mi humanidad.

¿Cómo se extinguieron? Eso no lo sabia aun, pero en mi mente vi como aparecieron nuevas especies, entre ellas el hombre; lo vi en el paraíso, feliz, compartiendo la tierra y sus frutos con las otras especies; pero también lo vi como el hombre se volvió codicioso y con el cuerpo y la cara pintada, cubierto con ornamentos de plumas multicolores robadas de las mas hermosas aves se convirtió en guerrero para buscar tesoros y construir imperios. Pude ver como pusimos  fin al paraíso buscando poder y gloria,  sin comprender que la gloria realmente no está en este mundo; entonces vi nacer a un hombre en un remoto paraje de los desiertos de Oriente y supe que  era hijo de Dios porque era hijo del hombre, pero además era portavoz de la palabra del Padre;  Pero, vi Ademas que no le entendimos y por eso lo torturamos, lo vejamos y lo crucificamos. 

Pero las imágenes no cesaban, las guerras por el poder seguían sucediéndose una tras otra, incluso hubo quienes pelearon por representar el mensaje que había traído El Niño que ellos mismos sacrificaron; vi el imperio de los Incas y la civilización de los Mayas, los conquistadores y las aberraciones de la colonia, los esclavos arrancados del África; las Cortes Europeas y luego ví la imagen de Fátima;  pasaron después por mi mente las dos guerras, la bomba atómica,  las tiranías construidas en nombre de la igualdad y la justicia; los Beatles, Woodstock, Martin Lutjer King, el muro de Berlín, la guerra del Golfo, la explosión de las nuevas tecnologías; los aviones estrellándose con las torres gemelas, el deshielo de los polos; las especies que se extinguen, cóndores, osos frontinos y mi amado pino laso; todo eso lo vi cuando vi a los dinosaurios y a pesar de todo lo que vi me preguntaba ¿qué hago yo entre dinosaurios?  

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