martes, octubre 21

En Colombia se canta a la paz

Hace un par de días me llegó por las redes sociales un video producido en Colombia en el que los más renombrados artistas de ese país cantan a la paz el cual compartí con todos los grupos de las redes en los que participo pues me apareció plausible la iniciativa, esto generó enseguida la reacción de una persona  quien calificó al video como una propaganda de los diálogos de paz entre las guerrillas de las FARC y el gobierno de Colombia. Me recordaba el fracaso del proceso de paz que encabezó el presidente Belisario Betancourt y las muertes de colombianos a manos de los alzados en armas mientras se dialogaba y un sector de la población enarbolaba banderas blancas y lanzaban al aire palomas de paz.

Realmente es triste tanto pesimismo, aunque estoy seguro que esa posición radical en contra del proceso de paz tiene algún fundamento objetivo. Los miembros de las FARC no son mansas palomas y  en sus  años de lucha han utilizado métodos reprochables y han  desviado sus objetivos hacia simples actos criminales, pero no podemos taparnos los ojos frente a las causas que originaron sus luchas y atacarlas de raíz, esto sería un paso gigante hacia el reencuentro de los colombianos y la construcción de una paz duradera. 

Colombia está herida, las acciones de la guerrilla han dejado víctimas a quienes se les hace difícil olvidar el daño que se les ha causado, ocurre lo mismo con las víctimas del paramilitarismo y hay que decirlo también, Colombia también ha sufrido el daño causado por un sistema en el cual la institucionalidad se interpreta como una licencia de corzo para mantener un país sumido en la en un sistema , en el cual las diferencias entre los ciudadanos no sólo son injustas, sino que llegan hasta ser obscenas; niños  viviendo en basureros, ancianos que no pueden procurarse la salud, gente sin acceso a la educación, jóvenes explotadas sexualmente, hombres y mujeres marginadas y excluidas, cinturones de miseria en las ciudades, barrios pobres  sin servicios públicos y campesinos  sin tierras son las razones que de alguna manera sirven de justificación al rompí miento de la paz.

Puede ser que el diálogo no sea la panacea y que Colombia no vaya a amanecer un día en paz, pero el proceso de diálogo es una vía para que puedan identificarse las heridas que han causado o que simplemente sirven de justificación a quienes han tomado las armas y han hecho de su pelea un modo de vida. Si las necesidades de la sociedad son satisfechas, si la injusticia y el abuso del poder, venga de donde venga, es reducido a su mínima expresión entonces se habrá dado el paso fundamental, pues no habrá justificación para la violencia. Afortunadamente Colombia tiene una base sentada que es su sistema democrático, simplemente hay que fortalecerlo y combatir los vicios que lo hacen imperfecto. 

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