domingo, julio 6

Después del Caracazo

Después del 29 de noviembre de 1989 un grupo de damas caraqueñas decidió comenzar a tomar  una serie de iniciativas que aminorasen las diferencias sociales en la sociedad venezolana. Una de esas damas, Mercedes, es uno los personajes de la novela "Los días de gracia" que apenas se encuentra en borrador y que aspiramos a publicar próximamente. Lo que sigue es un fragmento de un capítulo de la misma:

Doña Mercedes por su parte dedicaba buena parte del tiempo  a jugar el Bridge, pero ahora lo guardando un pote para obras sociales, pensaba que así pondría remedio a las injusticias de su país, igualmente compro un sonó estudio de la Asociación Cultural para el Desarrollo de la Educación (ACUDE) para que Nicolás su chofer le enseñara a leer a los niños del barrio, trabajo por el que le pagaba una suma irrisoria y no abonable a las prestaciones sociales. Nicolás, parecía más bien un muchacho de barrio, aunque le hacían vestir con un uniforme gris que incluía corbata y gorra; era bastante  Moreno, con pelo ensortijado,  nunca enseñó a nadie a leer, pero Doña  Mercedes podía así dormir más tranquila pensando en la gran obra que estaba haciendo. En diciembre le pidió dinero a su marido y le compró un traje de San Nicolás al chofer y  llenó una bolsa  de regalos, le pidió que se vistiera con el atuendo e invitó a un grupo de amigas. Y  se fueron a repartir los regalos a un barrio de Petare, cuando llegaron al sitio y la señora comenzó a ver la miseria en la que vivía la gente y vio a los jóvenes sagaletones fumando y bebiendo en las esquinas y mirando a las cuatro señoras encopetadas sin entender que hacia  San Nicolás manejando el lujoso automóvil Caprice. Al sentirse intimidada Mercedes  cayó en cuenta del riesgo que corrían  y  le preguntó a Nicolás  si no había una iglesia cerca, le pidió que la llevara y pidió hablar conversar con  el cura:

Padre, queremos hacer una obra de caridad, pero tratamos de entrar al barrio y la gente nos mira desafiante, así que le vamos a pedir un favor -dijo Mercedes, a lo que el cura sorprendido respondió: 

¿Qué puedo hacer yo para ayudarle señora?

Pues, si usted nos hace el favor de repartir los regalos entre los hijos de los feligreses me haría feliz y eternamente le viviría agradecida - respondió la señora.

Pues no tengo inconveniente, pero no me pida que me disfrace de San Nicolás - dijo el cura riéndose.  

Mi chofer puede venir más tarde con el traje puesto - le contestó.

Así las mujeres decidieron irse de compras mientras Nicolás cumplía la labor por ellas. El cura al verlo llegar a  le preguntó que eran los regalos:

Bueno, hay pelotas, bates de béisbol, carritos, muñecas y raquetas de ping-pong -dijo  Nicolás.

¿Y  caramelos? - preguntó el cura.

Caramelos no compraron las señoras -respondió el hombre.

Entonces más vale que sea Usted quien lleve los regalos, a esta hora consigue a los muchachos en la cancha que está como a dos cuadras, usted les dice que viene a traerle los regalos en nombre del Niño Jesus y se los entrega uno a uno- dijo el sacerdote.

El chofer de Mercedes tomó el lujoso automóvil  lo estacionó cerca de la cancha y llamó a los muchachos que estaban jugando haciendo sonar una campana y diciendo:

Jo, jo, jo, soy San Nicolás, me envía el Niño Jesús a traerles estos regalos.

¿Y caramelos no traes Santa? - le dijo un muchacho como de catorce años que parecía estar estimulado por alguna droga.

No, sólo regalos -respondió.

Pa mi que lo que tu eres es un tombo - dijo el muchacho en tono desafiante.

No, a mi me mandaron a hacer una obra de caridad - respondió el chofer asustado.

Mira maricón, nosotros no necesitamos obras de caridad, venga ese saco con los regalos, el reloj, la cartera y los reales que cargue encima - dijo el joven sacando una navaja.

El chofer entregó las pertenencias y se fue a subir al carro, el líder de los sagaletones le dijo a otros dos también mayorcitos:

Revisen el carro a ver que más trae.

No encontraron nada, pero lo desvalijaron  quitándole el equipo de sonido, las tapas de las ruedas y unos paquetes con ropa que Mercedes había dejado en la maletera. Los niños más pequeños se acercaron a preguntar a los mayores que pasaba y el líder les respondió:

Es que este San Nicolás es chimbo, no trae ni caramelos.

El chofer visiblemente asustado y molesto se quitó la barba y el gorro y al verlo los niños más pequeños comenzaron a tirarle piedras y a gritar:

¡Este San Nicolás es chimbo!

Nicolás  salió corriendo mientras una  lluvia de Piedras caía  atrás suyo como pisándole los talones, entonces vio un a puerta abierta y entró a una casa sin pedir permiso, era la casa de un espiritista quien estaba haciendo una ceremonia para la ascensión a los altares de los caídos en el Caracazo. En este caso se trataba de cinco nuevos miembros de la corte Calé o corte de los malandros. En el instante que Nicolás entró estaban invocando al espíritu de el Robin, un joven maleante de quien contaban que asaltaba los camiones que bajaban de Mariches cargados de viveres para los supermercados de una cadena que tiene sucursales en toda la ciudad, lo que robaba con su banda lo repartía en el barrio al mejor estilo de Robin Hiood, de allí su nombre. En el momento que entró Nicolás al sitio donde se hacía el rito los presentes creyeron que era el Robin, pues al malandro le gustaba vestirse de rojo. A pesar del susto de algunos al ver al chofer entrar jadeando y totalmente desfigurado por el miedo, el espiritista, quien estaba de frente a la Trinidad que conforman la Reina India María Lionza, el Casique Guaicaipuro y el prócer de la independencia el Negro Primero. fumaba un tabaco y tenía una botella de anís en sus manos y decía:

En el nombre de Dios, de la Reina María Lionza, de Guaicaipuro y de todos los  espíritus de la Corte Calé, quienes pesar de ser los menos luminosos, son nacidos de la entraña misma del pueblo y de los barrios, invoco al espíritu del hermano Robin quien vivió en este barrio y murió en los saqueos del 29 de febrero de este año de 125 perforaciones  que consiguieron en su cuerpo, todas de balas asesinas  que dispararon con ametralladoras  sobre su humanidad, esto sin contar las que pasaron por una misma perforación.

Nicolás estaba asustado y sin saber si volver a la lluvia de piedras o quedarse en medio del acto de brujería. El espiritista continuó hablando por unos minutos envuelto en una nube constituida por el humo del tabaco y de otros sahumerios que estaban quemando en la habitación. Para Nicolás parecía  como una eternidad, no entendía por que el tiempo transcurría como en cámara lenta mientras el espiritista continuaba  diciendo:

Llamo al espíritu del hermano Robin, ahora ascendido a la Corte Calé para que se materialice en el cuerpo de uno de nosotros.

Nicolás aterrorizado cerró los ojos y sintió que era poseído por el espíritu de El Robin, pero fue más la fuerza de su miedo, así  que salió entonces como alma que lleva el diablo por donde mismo había entrado, pasó por el puesto policial sin detenerse, al llegar al centro comercial a buscar a las señoras  quienes indignadas le recriminaron todo lo que les había hecho esperar. El pobre hombre a partir de ese día no pudo volver a ver  un San Nicolás sin  entrar en pánico  y  maldecirlo.

Días más tarde Nicolás contó la historia a una cuñada suya conocedora de las cuestiones del espíritu, ella le confirmo que una de las cuarenta cortes del reino espiritual es la corte calé conformada por los espíritus de los más notables malandros de la historia de la ciudad de Caracas, entre los cuales eran los más famosos el Ismaelito quien murió en 1.941 de once puñaladas; Isabelita una joven de buena familia  que había tenido una vida truculenta, ya mayorcita se volvió adicta a la droga y se fue a vivir con un negro barloventeño, quien  le fue infiel, lo que hizo que ella decidiera  vengarse de todos los hombres; El Freddy quien vivió en los años setenta y es mostrado en estampitas vestido al estilo hippie, fue famoso como jibaro o distribuidor de droga, murió en la oportunidad en que  un pana suyo vendió en Caracas una cocaína envenenada, supuestamente ligada con heroína, en esa ocasión murieron más de cincuenta consumidores; otros famosos malandros de la corte son El Petróleo Crudo, El Rata, Machera y El Jhonny. La amiga le confirmó a Nicolás que en el Caracazo mataron a muchos malandros y que los espiritistas de los barrios los estaban ascendiendo a los altares por la ascendencia popular que tuvieron, pues muchos de ellos igual que El Robin repartían  sus botines entre los más necesitados. Por ser malandros la gente de los barrios les hacen ofrendas con las drogas favoritas de los delincuentes, tales como el bazuco, la marihuana y la cocaína o perico. La fama de los milagros de los miembros de esta corte ha trascendido las fronteras y hoy día son conocidos sus espíritus en Colombia, Cuba, España y Estados Unidos.  

No hay comentarios.: