domingo, diciembre 22

El hombre del año

El Papa Francisco ha sido sin duda el hombre más destacado de este año que termina y no lo es por ser el Papa del Fin del Mundo como el mismo lo dijo cuando se asomó al balcón de la Plaza de San Pedro en Roma, lo es porque inició su papado pudiendo el cambio de mentalidad de la Iglesia y sus jerarcas, pero también lo es porque es un hombre a quien no le tiembla la voz para denunciar la desigualdad que campea en el mundo y cuestionar las relaciones de poder que generan corrupción en todo el planeta y que no teme decir que vivimos en medio de "una globalización de la insensibilidad".

En realidad lo que ha ocurrido es que el Papa se ha vuelto a convertir en un referente moral para el mundo, después de que a pesar de la buena voluntad que pudiese haber en el ejercicio de sus funciones por parte de su antecesor no podía ser referencia un hombre que proyectó la imagen de la opulencia de la Iglesia exhibiendo sus joyas y haciendo del dorado su símbolo, ese color que es símbolo de lo material, de la ambición de los bienes terrenales. Hoy aunque no hemos visto en forma palpable el cambio ha resurgido la esperanza.

El mundo sigue siendo dominado por los poderosos, la guerra sigue estando presente en el discurso de los líderes, todos hablan en nombre de sus pueblos sin aceptar que el pueblo es uno sólo,  la especie humana. Un niño en Afganistán o en China es tan ser humano como un niño en Venezuela o en Estados Unidos, una mujer en África es tan mujer como una mujer el Europa o en America Latina. Todos los seres humanos tenemos derecho a la vida, a la libertad y a todos los derechos que nos permitan vivir con dignidad, a ser respetados y defendidos en el goce de todos los Derechos Humanos.

Desafortunadamente las referencias morales, los discursos humanitarios y los sermones religiosos no pueden ocultar la realidad de la humanidad, Leonardo Boff hacia referencia recientemente a el  informe de  2013 de Amnistía Internacional y refería que "En vez de avanzar en el respeto a la dignidad humana y a los derechos de las personas, de los pueblos y de los ecosistemas estamos retrocediendo a niveles de barbarie. Las violaciones no conocen fronteras y las formas de esta agresión se sofistican cada vez más" y citaba como ejemplos el uso de los drones para atacar a distancia a objetivos civiles y militares y la necolonizacón que se está produciendo en África por parte de China y las corporaciones multinacionales respondiendo al llamado "Land Grabbing".

La destrucción del medio ambiente, el individualismo producido por la exacerbación del consumismo, el irrespeto a los derechos de los más débiles jurídicamente parecen abrirse campo entre las buenas intenciones de quienes hablan de justicia social, los medios de comunicación son utilizados como máquinas de producir dinero, de alienar o de ideologizar según quien los maneje. 

Celebramos en estos días la Navidad, el inicio de una historia, la de un niño que se convirtió en hombre para predicar el amor entre los hombres. Ha transcurrido desde entonces un largo periodo, más de dos milenios y los mercaderes siguen en el templo. El hombre del año sigue predicando humildad siguiendo los pasos de ese niño cuyo nacimiento festejaremos pasado mañana, pero difícil es pensar que los poderosos renuncien a los drones, que las desigualdades sociales no sigan generando odio, que haya niños que  sigan muriendo de hambre, en síntesis que los derechos humanos sean respetados en todos los rincones del planeta.

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