domingo, septiembre 22

25 años.

En estos días estamos celebrando los 25 años de graduados como abogados en la Universidad Católica del Táchira. Ha sido una bonita oportunidad para traer a la memoria los recuerdos de nuestra Juventud y de pensar un poco en lo que ha sido no sólo nuestra vida profesional sino nuestro paso por esta esfera de la existencia.

Viejos amigos que teníamos años sin compartir hemos vuelto a reconocernos como tales, hemos compartido sobre todo experiencias personales, publicado fotos y hablado de las familias que hemos construido en un cuarto de siglo, hijos nietos, padres que se fueron, abuelos que ya no están, profesores, anécdotas pasadas, hemos expresado sentimientos que teníamos guardados por no haber tenido oportunidad de expresarlos, han revivido viejos afectos y lo más importante hemos reflexionado sobre los valores de la amistad, la solidaridad y la convivencia.

Ha sido pues una linda experiencia realmente, la solidaridad se ha manifestado en un acto de sincronicidad al mejor estilo de las teorías de Jung  en el cual han aparecido amigos con quienes habíamos cruzado si acaso un saludo, pero que al reencontrarlos hemos descubierto la existencia de un antiguo vínculo espiritual, también hemos recordado con alegría  a los que se fueron porque con ellos compartimos con muchos momentos gratos.

Al ver las fotos de todos y de cada uno vemos que hemos crecido, algunos tenemos el cabello blanco, otros tenemos una que otra arruga o unos kilos de más, pero al comunicarnos nos damos cuenta que lo que hemos podido perder físicamente lo hemos ganado espiritualmente, hemos vencido los temores y las barreras y nos acompaña la serenidad del deber cumplido.

Es la época de celebrar dando gracias. "Gracias a la vida que me ha dado tanto , me ha dado el sonido y el abecedario, con él las palabras que pienso y declaro madre, amigo hermano y luz alumbrando."  dijo en su canto trascendental Violeta Parra, quien con el demostró que somos inmortales y por eso  vale que lo recuerdemos en este instante lleno de evocación.

La Juventud es plenitud física obviamente, pero la madurez es la plenitud del espíritu y eso queda reflejado en nuestras almas, con los años aprendemos a amar y a compartir, en otras palabras aprendemos a vivir y a asumir que cuando dejemos al mundo quedará nuestro espíritu en los seres que amamos y  en nuestras obras. 

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