domingo, marzo 1

Tiempos difíciles.

Tiempos difíciles para la religión católica son los que vivimos. Las nuevas generaciones estamos viviendo en un mundo que ofrece innumerables posibilidades de información, el monopolio del conocimiento está desapareciendo, los misterios se han comenzado a develar y esto tiende a crear una nueva conciencia que tiende a rechazar los dogmas de fe que han sustentado el poder de la iglesia.

Ls parejas no casadas son cada vez mas, el divorcio es una práctica social no solo aceptada, sino ampliamente difundida, no hablar del control de la natalidad, del índice de practicantes en los ritos religiosos, de las personas que se confiesan, de quienes comulgan y de los que lo hacen sin confesarse, de quienes bautizan a sus hijos o ls que conocen las oraciones tradicionales de la iglesia.

De niño, cuando mis abuelas nos visitaban rezábamos el rosario y alguien recitaba las letanías, hoy son muy pocos quienes hace esto y quizá debe haber un muerto o una gran necesidad en la familia para que se haga.

En este escenario la iglesia está siendo dirigid por un papa que defiende las mas conservadoras posiciones. Entendemos que la dirigencia de la iglesia sea conservadora, no podemos imaginarnos corrientes democráticas en ella, una campaña para elegir a los obispos, manejada por los partidos políticos en Venezuela seria causa segura de un cisma, pero esto no debe ser óbice para que la iglesia avance con la sociedad.

Jesús vino al mundo para acercar los hombres a Dios, no para dividir a su pueblo. Allí está centro del problema, solo en la medida que entendamos que el mensaje es vivir en armonía, sin dañar a nadie, podremos estar en paz con el creador y ese es el mensaje que debe propagarse.

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