jueves, junio 5

El hombre en la luna.

Quizá no voy a ser todo lo preciso que quisiera al contarles esta historia. Las fechas, algunos de los lugares y los protagonistas son solo vagos recuerdos de una anécdota que contaba mi padre, el se fue antes de terminar el siglo pasado, aunque siempre quiso ver el nuevo milenio, su vida se extinguió en el siglo XX.

Contaba don Mario que parte de sus estudios los hizo en el politécnico de Medellín, calculo que estamos hablando de los inicios de la década de los treinta, nos decia que su formación básica en matemáticas y física se la debía precisamente a esa pasantía que hizo en esa institución y de veras que era admirable el conocimiento que el tenía en esas áreas.

Lastimosamente no recuerdo el nombre de su profesor de física, pero el hecho es que parece que era un señor muy estricto y a su vez muy preparado. El niel de exigencia para con susu alumnos le valió que en un oportunidad los jóvenes decidieran hacer una huelga, caso que llegó a las mas altas instancias del gobierno, razón por la cual una delegación de los estudiantes se entrevistó con el ministro de educación.

La entrevista concluyó con la destitución del profesor de quien todos los alumnos pusieron sus quejas, pero contaba mi padre que la razón que hizo que el ministro tomara la decisión fue que le contaran que el docente pasaba buena parte del tiempo de clases explicándoles que en un futuro, no muy lejano, el hombre podría viajar al espacio, e incluso llegar a la luna, como lo decia Julio Verne en su libro, eso fue suficiente para que el profesor perdiera su cátedra.

Años más tarde en Guanare, en casa del Dr. Manuel Ricardo Martínez fuimos testigos el veinte de julio de 1.969, a través de la transmisión de RCTV de la llegada del hombre a la luna, “un pequeño paso para un hombre y un gran paso para la humanidad”. El profesor de mi padre estaba en lo cierto, pero ya no había forma de reconocérselo.

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