lunes, junio 16

Descendientes del Inca.

Los antioqueños han tenido durante toda su historía sus propias características; descendientes de vascos y asturianos, han sido siempre gente amante del campo, trabajadores, recursivos, viajeros incansables, emprendedores y con mucha habilidad para el comercio, también son orgullosos de su estirpe y su hidalguía, de allí la letra de la ruana, una tradicional canción antioqueña que empieza diciendo: “ La capa del viejo hidalgo, se rompe para ser ruana y cuatro rayas confunden el castillo y la cabaña, es fundadora de pueblos con el tiple y con el hacha y con el perro andariego que se tragó la montaña.”

En la búsqueda de esa hidalguía, antioqueño que se respete tiene en su casa un ejemplar del libro genealogías de Antioquia y Caldas, en el cual orgullosamente han subrayado el nombre de sus abuelos y bisabuelos, también tienen algún recorte de prensa que habla de la pureza de la sangre antioqueña y de la polémica planteada sobre el hecho de estar libres de “trazas de judíos y de moros”, pero al final los antioqueños son gentes abiertas que cultivan la amistad, los hay de apellido Fadul, Saab y son muchos los sirio libaneses que se han radicado en esas tierras de Colombia sin haber sido discriminados o relegados por su origen.

Se cuenta que los indios del Valle de Aburrá a la llegada de los Españoles huyeron y se ahorcaron en un sitio cercano a donde se radicaron los recién llegados; Sin embargo, el primer censo de Medellín da cuenta de unos cuantos aborígenes como servidumbre de las familias españolas. Pero en las genealogías esas raíces aborígenes no aparecen señaladas, en parte porque lo indios al igual que los negros tomaban los apellidos de sus amos como propios.

La sangre indígena que puedan tener los antioqueños “mas distinguidos” viene, según las genealogías, no de esos aborígenes que habitaban en Antioquia y Caldas en los siglos XIV y XV, sino que viene de la llamada Madre Nutricia para Ecuador y Colombia, quien era una princesa Inca, una coya en el idioma aborigen, que fue esposa de el conquistador Diego de Sandoval.

La princesa era hija del Inca Huayna Capac quien según el mito era descendiente del sol. Sandoval, según versiones recibió del Inca a la princesa como regalo, otras versiones dicen que la coya fue tomada prisionera y hecha esclava por el conquistador.

Lo cierto es que la historia da cuenta de que la princesa se convirtió al catolicismo y adoptó el nombre cristiano de Francisca Coya o Francisca de Coya, vivió con el conquistador en Quito, donde existen documentos que dan cuenta que iba a misa adornada con plumas y vestida con coloridos atuendos de lana de oveja y vicuña, también se refiere que Francisca de Coya viajaba acompañada de tres mil indios, rebaños de ovejas y otros animales que servián de alimento a su comitiva.

Huayna Capac dividió el imperio en dos, uno con gobernado por su hijo Huascar con centro en el Perú, en el Cuzco y otro gobernado por Atahulpa en Ecuador, en Quito donde habí nacido este.

Diego de Sandoval fue un conquistador que estuvo durante mucho tiempo bajo las órdenes de Sebastián de Belalcazar, con quien fundó varias poblaciones, recorrió Centro y Sur América desde México hasta el Cuzco, se sabe de por los menos tres viajes en los que recorrió toda la región del pacífico, cruzó el atlántico por lo menos en cinco oportunidades, en una de ellas permaneció dos años en España en donde Felipe II le dotó de un escudo de armas.

Los documentos de la época refieren a Sandoval como una persona ambiciosa pero poco dada a las grandes pompas, al morir dicen dejó pocos ropajes y menos libros, pues tampoco era dado a las disciplinas intelectuales, aunque sabía leer y escribir. Algunos documentos dan a entender que tomó para si algunos de los botines de guerra ganadas por Belalcazar.

En 1536 Francisca de Coya tuvo una hija de Sandoval: Eugenia Sandoval quien se casó con Gil de Rengifo con quien se fue a vivir a Anserma, Colombia, donde tuvieron una hija de la cual, según los genealogistas hubo una nutrida descendencia que habitó en el Valle del Cauca, Caldas y Antioquia y la cual parece bin reseñada en los árboles genealógicos de los antioqueños.

Entre otros grupos familiares aparecen como descendientes de los Incas por esta vía algunas ramas de los Botero, los Giraldo, los Echeverri y obviamente los Henao, los Rengifo y los Sandoval. Dice el autor Arturo Ospina Hernández que “Descender del Inca Huayna Cápac es tan honroso como descender del mismísimo don Pelayo, el noble visigodo. Esto dicho para quienes piensan que nobleza de estirpe sólo es válida cuando proviene de “asturianas breñas”.” Y añado yo, también lo es descender de cualquier aborigen de aquellos que fueron desposeídos de sus tierras por nuestros “nobles antepasados."


La imágen muestra al Inca Huayna Capac.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Pureza de sangre? qué significa eso exactamente? Es posible en un mundo de continuas hibridaciones, mestizajes, idas y venidas, seguir argumentando que existen gentes, como los antioqueños libres de toda mácula mora o judia, cuando se sabe que en España muchos moros y judios tuvieron que renunciar a sus creencias y a su identidad durante el reinado de Isabel la Católica? (Recordemos que durante su reinado se iniciaron las expdiciones a América). A América llegaron españoles de las más variopintas estirpes, incluyendo moros y judíos, que se establecieron a lo largo y ancho del continente. Unas cuantas clases de historia no le sobrarían a quien escribe este ingenuo artículo y a quienes, antioqueños o no, continuan declarando de forma exultante su descendencia blanca (de vascos, asturianos o arios, insubordinada de odiosos genes amarillos, negros o mestizos).
Un saludo