Quienes nacimos cuando ya habían avanzado los años cincuenta podemos llamarnos afortunados. La guerra ya era un recuerdo en las mentes de neutros padres, algunos de sus héroes ya habían sido identificados como dictadores, Einstein ya había dejado su legado para la humanidad al igual que lo había hecho Chaplin. cantinflas estaba en pleno proceso creativo y los Beatles estaban por aparecer. Con García Marques, Quilapayún, Mercedes Sosa y Soledad Bravo nos sentimos americanos, con Woodstock y el FLower Power nos sentimos pacifistas, vimos enterrar a Kennedy y llegar el hombre a la luna, conocimos el amor libre y los estados alterados de conciencia, la dictadura era cosa del pasado, los fusilamientos en Cuba anécdotas, Pinochet un gorila y la guerra de las Malvinas una tragedia.
Nuestra generación fue testigo del avance de la tecnología, desde la televisión en blanco y negro hasta la Internet. Recuerdo todavía el primer computador que tuvo un particular aquí en San Cristóbal, ocupaba todo un cuarto de la casa y debía tener aire acondicionado para que no se calentase el ambiente. Recuerdo también mi primer computador, una máquina inglesa que tenia como disco duro una cinta de cassetes que se ponía en un grabador domestico y el monitor era el televisor de mi habitación. Muchas veces amanecí explorado el aparato.
Hoy escuchamos con nostalgia a Pink Floyd y a Led Zepellin, los Rolling Stones son una leyenda viviente y los Beatles casi sagrados. Los laptops, los Pda y el Wi Fi ya son parte de nuestras vidas, nos comunicamos por e.mails y escribimos en nuestros blogs. El muro de Berlín ya no existe, tampoco la Unión Soviética. Lenin y Trosky son simples referencias de un pardo que vemos cada vez más remoto. Nuestros hijos crecen en un mundo que les ofrece cada vez mas recursos, pero que a la vez es mas çompetitivo y más violento.
Gracias a Dios por habernos dado la posibilidad de vivir los días en los que Serrat contó al mundo los poemas de Machado, en que el Gabo contó la historia de Macondo, los Beatles cantaron a la Paz, Stanley Kubik retrató la violencia, SImon Díaz cantó a la sabana y Rubén Blades nos narró en ritmo de salsa la historia de Pedro Navaja.
Nuestra generación fue testigo del avance de la tecnología, desde la televisión en blanco y negro hasta la Internet. Recuerdo todavía el primer computador que tuvo un particular aquí en San Cristóbal, ocupaba todo un cuarto de la casa y debía tener aire acondicionado para que no se calentase el ambiente. Recuerdo también mi primer computador, una máquina inglesa que tenia como disco duro una cinta de cassetes que se ponía en un grabador domestico y el monitor era el televisor de mi habitación. Muchas veces amanecí explorado el aparato.
Hoy escuchamos con nostalgia a Pink Floyd y a Led Zepellin, los Rolling Stones son una leyenda viviente y los Beatles casi sagrados. Los laptops, los Pda y el Wi Fi ya son parte de nuestras vidas, nos comunicamos por e.mails y escribimos en nuestros blogs. El muro de Berlín ya no existe, tampoco la Unión Soviética. Lenin y Trosky son simples referencias de un pardo que vemos cada vez más remoto. Nuestros hijos crecen en un mundo que les ofrece cada vez mas recursos, pero que a la vez es mas çompetitivo y más violento.
Gracias a Dios por habernos dado la posibilidad de vivir los días en los que Serrat contó al mundo los poemas de Machado, en que el Gabo contó la historia de Macondo, los Beatles cantaron a la Paz, Stanley Kubik retrató la violencia, SImon Díaz cantó a la sabana y Rubén Blades nos narró en ritmo de salsa la historia de Pedro Navaja.
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