jueves, febrero 1

Sembrar un árbol, tener un hijo y un blog.

Hoy día es aceptado que la materia y la engría ni se crean ni se destruyen sino que se transforman. También es aceptado que nuestro planeta es un organismo viviente y que nosotros, los seres humanos, formamos parte de el, al igual que las plantas, los minerales y los demás animales, a esto se le conoce como la hipótesis de Gaia, ahondando un poco mas, la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos. Gaia se comportaría como un sistema auto-regulador (que tiende al equilibrio).

Según esto somos parte de un todo que se denominaría Gaia y al morir nuestra materia se trasforma en minerales, materia orgánica y otros elementos que se integran al planeta recolándose y cumpliendo funciones determinadas como servir de fertilzante para los suelos o de alimento a seres vivos de distintos ordenes y especies, tales como los microbios, las bacterias, insectos, aves de rapiña, mamíferos carroñeros mientras los componentes óseos inician un proceso de fosilización para convertirse finalmente en minerales.

Hasta aquí todo resulta científicamente aceptable y razonable desde el punto de vista material. Pero los seres humanos hemos desarrollado a través de la historia un cultura que ha trascendido a las diversas generaciones lo que nos pone a pensar en otros aspectos que se escapan de lo meramente material. Con la cultura se han ido perpetuando ciertos valores y creencias que han sido trasmitidos de padres a hijos y para ser mas exactos de maestros a alumnos. Entre esos valores y creencias se encuentran los valores filosóficos y religiosos.

El hombre ha encontrado la explicación a su existencia en una fuerza superior a la que comúnmente llamamos Dios, pero también cree haber encontrado su destino en esa misma fuerza superior, para decirlo de otra manera, no creemos que nuestro destino sea convertirnos en alimento de otros componentes de Gaia, sino que buscamos un destino cósmico que trasciende el plano netamente material. Allí aparece el concepto de espíritu, buscamos explicación y razón de nuestra existencia en ese otro plano. El hecho de la vida, la inteligencia y la razón lo llevamos hasta ese plano y muchas corrientes filosóficas coinciden en decir que nuestras experiencias materiales servirán de puente para llegar a otra dimensión mas espiritual.

Los cristianos, entre ellos San Pablo, aseguran que siguiendo las enseñanzas de Cristo alcanzaremos la vida eterna, otras corrientes coinciden en afirmar que en la búsqueda espiritual para superarse evolutivamente mientras que otros piensan que al superar el dolor material, como lo hacen los fakires, el hombre se esta elevando en la escala espiritual, otros se centran en el mero conocimiento, en la búsqueda del saber y de los secretos del espíritu y la materia a través del estudio y la meditación, finalmente hay una cuarta vía según la cual el hombre puede conseguir la elevación en el plano espiritual sin renunciar al trabajo y al mundo material y consiste en el auto conocimiento, en el recuerdo del si, el cual se encuentra mas allá de las fuerzas pasivas, activas y neutralizadoras que son generadas por nuestra psique.

La verdad es que la mayoría de los seres humanos quisiéramos trascender a esta vida y de hecho existen muchas herramientas para hacerlo, tan sencillo como sembrar un árbol, tener hijos o discípulos a quienes trasmitirles nuestros valores y nuestros conocimientos y por supuesto escribir, porque cuando escribimos algo queda.

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