Hace unos cinco años vino a trabajar en Vivero Peribeca el Señor Carlos. No recuerdo su apellido. Era un hombre de unos sesenta años de edad, nativo del Perú, casado con una Barloventeña. Venia de trabajar en Mérida donde había sido encargado de una finca de recreo en el Valle de San Javier. Poco sabemos del trabajo anterior de don Carlos, solo que lo recomendaron muy bien, pero si hay un par de cosas pintorescas del hombre que queremos contarles.
Don Carlos llego a trabajar con nosotros por una aviso que pusimos en la prensa, venia en un viejo automóvil Hornet con una zorra en la que llevaba sus pertenencias, hizo una bonita labor en el vivero, sembró buena parte de los jardines que hoy están establecidos allí, pero la verdadera inclinación de don Carlos no era la jardinería, aunque no tengo nada que reprochar de su trabajo. La mente de don Carlos volaba muy alto, quería hablar con Chávez para presentarle un proyecto que tenia en el papel y al cual el mismo había denominado Conscosmsa, esto es construcciones cosmogónicas sociedad amplificada. Se trataba de un sistema de construcciones aéreas que aprovechaban los terrenos inclinados para hacer viviendas livianas con materiales naturales tales como la guadua y la palma para los techos, eran sociedades amplificadas porque presuponía que grupos de personas fueran comprando las laderas sin valor de las montañas andinas y allí fueran formando comunidades que se irían integrando con el medio ambiente y donde producirían todo lo necesario para satisfacer sus necesidades. Para la época en que don Carlos trabajó con migo yo era Consultor Jurídico de Banfoandes y siempre trató de que le consiguiera una cita con el presidente para presentarle el proyecto. Nunca le puse atención realmente y aunque el se movió por otros lados nunca logró su objetivo.
Pero los conocimientos de don Carlos no se quedaban en la ingeniería y arquitectura popular, era además un filosofo empírico, tenia un manuscrito con sus pensamientos, el cual leía su esposa en voz baja y misteriosa en las noches cuando íbamos a visitarle. En el decía que el hombre era el último ser en la escala de la evolución del planeta, que éramos plagas peores que los gusanos que depredábamos el ambiente, también decia que los seres mas evolucionados eran las piedras , pues no causaban ningún daño al ambiente y al contrario eran útiles. También decía don Carlos que llegaría un momento en el que las personas que estaban menos favorecidas en la escala social se revelarían contra las mas favorecidas y que tomarían el control después de destruir la civilización, pues eran físicamente mas aptos para defenderse en la naturaleza.
Nadie le puso atención a don Carlos, solamente Carmen su esposa, los obreros del vivero, mi hermano doña Clarita la dueña de Hacienda Peribeca y en ese entonces socia dl vivero y yo. La recordada doña Clarita de Díaz Gonzáles en algunas oportunidades se sentaba con el a discutir con don Carlos sus teorías y a que el le escuchara leer los poemas que escribía bajo el seudónimo de Daría Irene.
Un día, estando recién electo en Perú el presidente Toledo don Carlos empacó sus pertenecías y las colocó en la parrilla del viejo Hornet y en la zorra y se despidió, pues tenia que hablar con el flamante presidente de su país para presentarle el proyecto de Construcciones Cosmogónicas. Nunca mas supimos de don Carlos ni de su fiel Carmencita.
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