Siendo aun niño recuerdo que mi padre nos preguntó si creíamos que el Diablo existe. Por el resto de su vida contó la historia de lo que fue mi respuesta: “-Si el Diablo existiera ya nos hubiera llevado a todos,” Realmente no sabia lo que decía, aunque todos pensaron que el sentido que daba a mi respuesta se refería al hecho de que todos estamos de una u otra forma en deuda con nuestras propias conciencias, cosa que hoy día no dudo.
Realmente con mi razonamiento de niño de siete u ocho años lo que quería decir era que yo ya no creía en el coco o en el Diablo. Que ya no podían asustarme diciéndome que un ser de cuya existencia no había prueba alguna en mi corta experiencia de vida y mucho menos que me podrían manipular diciéndome que si me portaba mal el Diablo me llevaría a su temible reino, el infierno.
Hoy día se ha puesto de moda hablar de el Demonio, el exorcismo y otros temas semejantes, la Iglesia en su más alta jerarquía ha tomado también partido del tema diciendo que el Demonio ha tenido la astucia de hacernos creer que no existe.
No tengo ninguna credencial para poder rebatir la posición de la Iglesia, me considero medianamente informado para mi época y con una educación que va un poco más allá de la promedio dentro de mi generación, estudie con curas, soy profesional con algún curso de postgrado y me gusta la lectura. Sin embargo, me voy a atrever de dar una opinión al respecto.
Creo que si los seres humanos en el Siglo XXI nos resistimos a creer en el demonio es por obra, entre otras tantas personas, de la mismísima Iglesia Católica y creo que las demás Iglesias Cristianas, la Hebrea y la Musulmana también. ¿Por qué? Porque las distintas Iglesias han permanecido fieles a una concepción primitiva de todo lo que trasciende al mundo material. No hablaré de las demás corrientes religiosas, me centraré en la concepción judeo-cristiana a cuya “civilización” pertenezco. Hemos sido instruidos a cerca de un mundo ajeno a nuestro mundo material, en el cual un Dios todo poderoso creador del mundo y de todo lo que conocemos y no conocemos.
Ese Dios bueno e infinito ha estado y estará siempre pendiente de todos nuestros actos desde la mismísima y trascendental semana en que creó a la especie humana y a su mundo circundante. Cada uno de nuestros actos será juzgado por el al final de loa tiempos y si nos hemos portado conforme a su Ley seremos recompensados con la vida eterna y con un lugar en el reino de Dios que buena parte de los seguidores de esta doctrina nos cuentan que es el Cielo, un lugar donde habita y reina el Creador y que a mi entender está organizado como un Estado de carácter monárquico en el cual habitan las almas de quienes alguna vez habitamos en la tierra y por otros espíritus que nunca han encarnado a los cuales se conocen como ángeles los cuales también están agrupados por jerarquías. Los niños no bautizados no pueden ingresar al cielo por estar manchados con el pecado original, cometido por nuestros primeros padres Adán y Eva cundo aun Vivian en el Paraíso, de donde fueron expulsado por Dios ante su ira por que estos le desobedecieron y comieron de un fruto prohibido. Este acto fue inducido por Satanás quien tomó la forma de una serpiente.
A partir de allí sigue la historia de la humanidad, la cual está llena de actos reprochables, Caín hijo de Adán y Eva asesina a su hermano Abel, la proliferación del pecado lleva a Dios a enviar el castigo del Diluvio y las ciudades de Sodoma y Gomorra viven en el pecado y son destruidas por el mismísimo Dios en lo que muchos creen que fue algo así como un holocausto nuclear. Satanás es un ángel rebelde que se enfrentó a Dios y que a causa de su rebeldía fue desterrado al reino de la oscuridad desde donde trata, con bastante éxito por lo visto de influir en nuestras vidas para que provoquemos la furia de Dios y así seamo condenados a vivir en la oscuridad junto con Satán.
Mientras los domingos en la Iglesia nos cuentan esta historia fantástica en las escuelas, en las universidades y en los medios de comunicación nos cuentan una historia totalmente diferente, el mundo no fue creado en siete días y la especie humana no fue creada el sexto día, sino que apareció después de millones de años sobre la faz de la tierra, antes hubo dinosaurios y otras especies que se extinguieron. El hombre aparece millones de años después, pero es un ser primitivo, que no conoce hogar ni familia, sino que habita en tribus y clanes viven una vida nómada, no conocen el fuego y posiblemente han surgido como producto de un proceso que la ciencia reconoce con el nombre de evolución, en el cual tiene importancia fundamental otro proceso denominado selección natural, el cual no se fundamenta en ningun criterio que tenga que ver con el bien o con el mal, sino más bien con la fuerza y la debilidad. Los más fuertes sobrevivirán, los débiles morirán y desaparecerán de la faz de la tierra.
La Iglesia pretendió en un momento dado desconocer a ciencia y persiguió a sus cultores llevándoles incluso a la hoguera. La ciencia era cosa del demonio, la tierra era el centro de la creación y por ende del universo, no podía concebirse que giráramos alrededor del sol, el sol debía girar alrededor de nosotros. Antes se había dicho que las tribus de Israel eran el pueblo escogido, los demás seres humanos estábamos condenados a las tinieblas, con el Cristianismo esto se superó, pero la humanidad siguió su carrera entre la barbarie y la civilización. Con el descubrimiento de América el Cristianismo amplió sus horizontes, muchos fueron los nuevos adeptos, muchos los asesinados por no seguir la doctrina que se les imponía. Así y todo los conquistadores actuaban en nombre de Dios y los conquistados que se revelaban actuaban por impulsos infernales
Pero volvamos a la pregunta ¿existe el demonio? La “civilización” se ha desarrollado dentro de una escala de valores que permiten la convivencia. El bien y el mal son conceptos que están presentes para desarrollar esos valores. De acuerdo con esto el bien estaría representado por las energías positivas que guían al hombre dentro de una convivencia pacifica, en la que se respeta a los demás seres humanos, a las demás especies y al mundo en que vivimos como ente que nos alberga y alimenta y las energías negativas que se generan dentro del proceso de selección natural, la fuerza bruta que permite a muchos burlar las normas de convivencia y obtener la satisfacción personal por encima del bien común. En la evolución histórica de la especie se han superado etapas y hemos llegado hasta los repúblicas democráticas en las que todos los individuos tienen su participación, también se ha soñado con una sociedad mas justa en la que la igualdad se manifieste en todos los aspectos, incluso el económico.
Pero los seres humanos no hemos podido llegar a ese estado de perfección en la convivencia, así que muchos vivimos en pugna con nuestra propia conciencia. La Iglesia por su parte se estacionó en una concepción primitiva así que deberá evolucionar en su doctrina y dejar a un lado las historia que personifican al Demonio y pensar mas bien en la existencia de una fuerza implícita en la psique humana que le guía en contra de los valores de la convivencia social. Pero creo que sigue vigente la respuesta dada a mi padre en mi infancia: “- Si en Diablo existiera ya nos hubiese llevado a todos.” ¿O será que ya nos llevó y no nos hemos percatado?
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