miércoles, enero 1

2.014

Comenzar el año un miércoles se siente raro, más cuando el 31 de diciembre fue declarado festivo por el gobierno, lo que hace que parezca domingo. Mañana ya será jueves, así que tendremos una semana de dos días laborables, pues el lunes pasado aunque lo era pocos fueron quienes hicieron algo. 

Las tías amanecieron quejándose de que anoche nos las dejó un vecino con la música de reguetón a todo volumen, ya a los casi setenta eso debe ser un martirio extremó, aunque confieso que a mi edad, tampoco resulta agradable, más cuando las letras o son imperceptibles por lo rápido que son cantadas, por el asentó puertorriqueño fingido por sus intérpretes, pero si se logran entender te encuentras con una serie de vulgaridades que nunca pensamos escuchar en una canción.

Primero de enero de 2.014, quien lo diría, pasaron ya dos años del día del Apocalipsis Maya y cuatro de del 2K, el día que se suponía iba a colapsar el mundo cuando las computadoras se pararan por no estar programadas para el cambio del milenio, pero todo resultó ser falso, historias para vender periódicos. Se cumplen también 15 años del ascenso al poder de Hugo Chávez y uno de su desaparición de la escena política antes de su muerte.

El tiempo es implacable, el destino es siempre sorprendente, las cosas que ocurren llegan súbitamente para cambiar el rumbo de la historia o de las vidas de las personas. Un día estamos bien y el siguiente podemos ser víctimas de una enfermedad, de un accidente, de un atraco o de una situación que hará que cambie el rumbo de nuestros destinos.

Es increíble que en pleno siglo XXXI haya gente que sigue creyendo que si recibe el año con una maleta en la mano, con el pasaporte en el bolsillo o con un avión de juguete en su poder va a viajar mucho o que si tiene dinero a en la cartera a la hora de la última campanada no tendrá problemas económicos en el año nuevo o si comen lentejas habrá abundancia. No trabajen para que vean diría mi padre.

De verdad somos parte de una cultura que cree en la magia, aunque sepamos que nada de eso tiene ningún fundamento racional siempre abrigamos la esperanza de que el bienestar nos llegue del cielo. Pero de acuerdo con eso Dios es omnipotente y omnipresente, a cada momento podemos pedirle cualquier cosa y milagrosamente deberá atender hasta la más pequeña de nuestras necesidades, pero junto a el hay además un ejército de santos, de ángeles, de espíritus de antepasados que interceden ante El para que no olvide su deber para con  cada uno de nosotros.   

Ciertamente hay fuerzas en el interior de cada uno de nosotros capaces de influir en nuestros destinos si se canalizan apropiadamente, la suerte puede verse incluida en ciertas circunstancias por esas energías, si nuestra mente se enfoca hacia un determinado destino, positivo o negativo es posible que eso se llegue a alcanzar de una u otra manera.

Pero en el contexto externo también hay fuerzas y energías capaces de entorpecer nuestros propósitos, las tías esperaban tener un sueño reparador después de haber practicado todos los ritos de año nuevo, haber comido pernil, ensalada de gallina, jamón planchado, haber brindado con champán y haber visto los cientos de fuegos artificiales y globos de papel que se elevaron. Al cielo llenos de buenos deseos, pero poniendo en peligro al medio ambiente y a la seguridad de las personas.

Así comenzamos 2.014, llenos de buenos deseos, es buen momento para canalizar las energías hacia la construcción de un mundo mejor, revisar los ideales que nos guían y tratar de hacer de ellos realidades objetivas. La magia y los ritos ya pasaron, es hora de seguir adelante, ah, las tías pueden dormir una buena siesta y recordar que pueden llamar al 171 si los vecinos insisten con el reguetón. Feliz 2.014.

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