En una pequeña aldea, un hombre contemplaba un pozo. Se acercó un niño:
– ¿Quién está ahí dentro? - preguntó el pequeño
– Dios.
– ¿Dios está escondido dentro de este pozo?
– Sí.
– Quiero verlo -dijo el niño con curiosidad.
El viejo lo levantó y le ayudó a apoyarse sobre el borde del pozo. Reflejado en el agua, el niño pudo ver su propio rostro.
– Pero si soy yo -gritó-.
– Eso mismo -dijo el hombre, volviendo a colocar delicadamente al niño en el suelo-.
– Ahora ya sabes dónde está escondido Dios.
Nota: es muy similar al de donde se esconde la felicidad, pero no está de más recordar este tipo de cosas.
Tomado del blog de ANGELMARIA
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qué bello, es verdad.
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